Peschici

Parque Nacional del Gargano



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La ciudad de Peschici se eleva sobre un acantilado en una posición espléndida con vistas al mar. Destino apreciado por los turistas de vacaciones en el Gargano, aún conserva la influencia de su origen árabe, un recordatorio de las dominaciones e incursiones árabes, con cuevas excavadas en la roca y antiguas casas blancas con techo abovedado.
El centro histórico está lleno de vistas muy sugerentes, con sus tiendas artesanales y numerosos lugares donde se pueden degustar los platos típicos de la tradición de Apulia. Caminando por los estrechos callejones excavados en el acantilado o subiendo las pequeñas y sinuosas escaleras que lo caracterizan, puede respirar una atmósfera única: el aroma del pino marítimo mezclado con aire salobre se funde con el olor a romero y alcaparra que crece aquí espontáneamente.

Entre las muchas playas que la rodean, una de las más bellas es la Bahía de Manacora, ubicada en el extremo de la costa de Gargano con una espléndida playa de arena fina enmarcada por rocas cerca del Parque Nacional Gargano. La Bahía de Peschici es famosa por su playa de arena blanca, de aproximadamente 1,2 kilómetros de largo, enmarcada por grandes rocas, que la convierten en una playa tranquila ideal para niños. Los viajes en barco salen del puerto de Peschici para visitar las cuevas marinas en la costa y viajar en ferry a las Islas Tremiti. Viajando a lo largo del tramo costero desde Peschici hasta Vieste, es posible admirar las antiguas torres de vigilancia y los famosos trabucchi. El término "trabucco" es dialectal, probablemente derivado del latín "trabs-trabis", que es "madera" o "viga". Estas son herramientas ingeniosas utilizadas para la pesca, hechas con postes clavados en las rocas y cuerdas que sostienen una gran red que se sumerge en el agua, llamada "trampa", con la cual se capturan los peces. Constituye el sistema de pesca tradicional que aún usan los habitantes de Peschici. Sistema pesquero tradicional de los "peschiciani" caracterizado por cañas clavadas en las rocas y cuerdas que sostienen una gran red bajada al agua, llamada trampa, en la que cae el pez. Estas herramientas de pesca evocadoras, definidas como ejemplos de bioarquitectura, se extienden en toda su belleza salvaje del mar azul, casi como para desafiar el avance del cemento.